9 de agosto de 2011

UNA REFLEXIÓN


ESTA ES UNA REFLEXIÓN ENVIADA POR LA AMIGA XIMENA SAYEN
Amigos y familia en estos momentos de tanto movimiento interno y externo un mensaje profundo, los amo a todos,X
OJO ESPEJO
El ojo es el espejo o reflejo de uno pues uno ve lo que quiere ver o es capaz de ver. Tal es así que los ingleses dicen que la belleza está en el ojo de quien la ve (“Beauty is in the seer’s eyes”). Así es. La belleza, lo mismo que la fealdad, es la proyección de uno.
Más aún, el observador modifica el objeto observado. Dicho de otra forma, este mundo es fruto y producto nuestro.

El ojo humano selecciona lo que quiere ver, a la vez que evita lo que no quiere ver. Esa estrechez de miras es causante de vidas limitadas y negativas.
Son muchos los estilos de visión. Para el ojo temeroso, todo es amenaza. Para el ojo codicioso, todo es posesión. Para el ojo que juzga, todo es exclusión y separación. Para el ojo rencoroso, todo le es escatimado. Para el ojo indiferente, nada es digno de interés.
Para el ojo que ama, todo es real. El arte del amor no es sentimental ni ingenuo. Es el mayor criterio de verdad, celebración y realidad pues lo que vemos a la luz del amor lo vemos en absoluto. El amor nos muestra cada cosa en su verdadero origen, naturaleza y destino. Al contemplar el mundo con amor, éste se presenta ante nosotros lleno de incitaciones y posibilidades, moviéndonos a ser creadores.
El ojo que ama es capaz de seducir el dolor y la violencia hacia la transfiguración y la renovación. Brilla porque es autónomo y libre. Todo lo contempla con ternura. No se deja atrapar por las aspiraciones de la seducción, el poder, la oposición ni la complicidad. Su visión es creativa y subversiva. Se alza por encima de la aritmética patética de la culpa y el juicio y aprehende la experiencia a nivel de su origen, estructura y destino. El ojo que ama ve más allá de la imagen y apariencia y provoca los cambios pues abarca la totalidad y vislumbra en profundidad los tesoros ocultos en la vida.
Si pudiéramos delirar como El Quijote, este planeta no sería un cementerio y no estaríamos muertos. Si revisáramos la forma cómo hemos sido programados y cambiáramos el disco duro con un borrón y cuenta nueva, otro gallo estaría cantando en nuestro pecho y otro sería el espectáculo que proyectamos alrededor nuestro.



El día cuando nos atrevamos a soñar con los ojos abiertos, resucitaremos.
Mary-Jozé PIGET

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